Hay que reconocer que la palabra ‘cultura’ y la palabra ‘turismo’ se llevan bien. Cuando la ‘cultura’, no en vano es la palabra femenina de la pareja, ha tomado la iniciativa, el ‘turismo’, no en vano es la masculina, se ha dejado conducir. Así pues, puede decirse sin temor a equivocarnos que ambos, en la actualidad, constituyen un buen ejemplo de armonía, de colaboración e intereses comunes. Veamos cuánto dura, pero, en cualquier caso, que dure mucho tiempo… Y después de este extraño soliloquio, vayamos a lo que nos ocupa, que no es otra cosa que el llamado ‘turismo cultural’, y todo cuanto le rodea, o así, en la región, en Extremadura.
Superar tópicos
Quizá sea ésta una de las ideas-clave a la hora de analizar y/o reflexionar, mínimamente, sobre un área en continua progresión (toda la ‘progresión’ que permite la crítica situación actual, claro está) de la economía autonómica, como lo es la turística. En este sector, Extremadura no es ni ‘extrema’ ni ‘dura’, sino todo lo contrario. La Feria Internacional de Turismo que se avecina (Madrid, del 20 al 24 de enero) es una excelente excusa para meditar como con conceptos como «innovación, frescura, dinamismo» (términos de marketing que propone Turismo Extremadura) se puede enmarcar, justificar y hasta definir esta golosa parcela financiera de la región. «El turismo supone el 4′2 por ciento de nuestro producto interior bruto, una cifra importante y nada desdeñable». Son palabras de la directora general de Turismo de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Extremadura, Manuela Holgado. Así mismo, mientras, por ejemplo, el turismo cultural se fortalece y sigue consolidando sus ofertas, aparecen nuevos referentes o subsectores, que van desde el ‘turismo ornitológico’ al ‘de golf’, pasando por el ‘de negocios’ o el ‘termal’. La imaginación al poder, pues, en una industria que avanza, lenta, pero segura, en el atrincherado panorama actual de la economía extremeña.
«Hemos de ofrecer una Extremadura abierta al siglo XXI -explica Manuela Holgado- en la que se busquen nuevas vías de desarrollo, abiertas a la experiencia. Extremadura ya es conocida por su patrimonio y es evidente que, hoy en día, se trata de un destino muy apetecible. Además, un aspecto que debemos resaltar es que, en el contexto general de la actual crisis, el sector turístico extremeño se ha comportado bastante bien». Sirvan algunos datos significativos como ejemplo de la buena salubridad que ofrece el sector: el incremento del número de hoteles de cuatro estrellas (de 36 a 44, entre 2008 y 2009) y, curiosamente, el descenso en el número de pensiones (de 71 a 59, en el mismo periodo de tiempo) y el nacimiento de nuevas hospederías como un medio de «reequilibrio socio-territorial». Algunas de estas hospederías ubicadas, además, en edificios singulares, con la consiguiente rehabilitación y conservación del patrimonio que este hecho supone. El hecho puntual, pues, de que crezca el número de hoteles de cuatro estrellas y a la vez decrezca el de las pensiones es un fenómeno digno de estudio, y hace suponer que algo está cambiando en el perfil del visitante turístico de la comunidad.
Asimismo, a fecha del día 31 de octubre de 2009, la región de Extremadura contaba, en total, con 503 establecimientos hoteleros, 652 alojamientos rurales y 114 establecimientos extrahoteleros. La cifra resultante es de 1.269, lo que supone un total de 39 establecimientos más que en el mes de diciembre del año anterior. Y otro dato que, sin duda alguna, parece también contundente y refuerza la visión de la directora general de Turismo. Se trata del aumento global del número de pernoctaciones en los establecimientos de Extremadura (que en el año 2008 fueron de más de dos millones y media), en un 8% de porcentaje medio. Son números que pueden arrojar cierta luz a lo expuesto o, en cualquier caso, permiten visualizarlo en su contexto más inmediato, aunque ni decir tiene que solo son indicadores.
«Cada vez más, el turista busca nuevas experiencias, actúa con independencia de las empresas operadoras (reserva, por ejemplo, por Internet) y reparte escalonadamente el tiempo de sus vacaciones», explica Manuela Holgado. Estos trazos y otros muchos todavía por definir («estamos trabajando en el proyecto de un observatorio regional que nos permita ver con claridad el comportamiento del turista», avanza la directora general), ofrecen un nuevo perfil del consumidor/usuario de productos turísticos que, sin duda alguna, también irá afectando los hábitos y maneras del propio sector. «Simplemente, no podemos reducirnos a lo clásico. Estamos abiertos a un turismo de las experiencias, de ideas. Un turista culto y de calidad, respetuoso con lo que se encuentra a su paso, ya sea naturaleza, ya sea patrimonio». Por otra parte, sigue observando la máxima responsable de la Dirección General de Turismo, «el turismo de interior le está comiendo territorio al tradicional de sol y playa». En resumen, que también en este ámbito, como en cualquier otro de la actividad humana, los condicionantes no sólo derivan de la consabida y reiterativa crítica situación económica que se atraviesa, sino también de la misma evolución natural humana, esto es, sociológica. A este respecto, y a efectos legales, la Administración extremeña elaboró a lo largo del pasado año un borrador del anteproyecto de la Ley de Desarrollo y Modernización del Turismo en Extremadura y posteriormente, durante este año que acaba de nacer, se llevará a cabo su desarrollo reglamentario.
‘Vender’ Extremadura
No cabe la menor duda, sin embargo, de que, para ‘vender’ Extremadura desde un punto de vista turístico y por lo tanto, cultural, siguen vigentes, muy vigentes, ciertas bazas, como el patrimonio histórico regional (los tres enclaves declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, Cáceres, Mérida y Guadalupe, y la Ruta Vía de la Plata, por ejemplo) o los grandes eventos culturales, tales como los numerosos festivales de música o de teatro (y además de una cuarentena de fiestas populares, declaradas de interés turístico regional) que se desarrollan a lo largo ancho de la geografía extremeña. Entre todos ellos destaca la campaña para la candidatura para la capitalidad cultural de Cáceres 2016, y que se encuentra en plena efervescencia.
Para la alcaldesa de Cáceres y presidenta del Consorcio Cáceres 2016, Carmen Heras, la campaña ha convertido o está convirtiendo a la ciudad «en un referente europeo dentro del turismo cultural». «Cáceres no ha tenido nunca industrias potentes, es una ciudad de funcionarios y de cultura. Es cierto que el camino es tan importante como el final, y sea cual sea el resultado de la candidatura, lo que se está haciendo durante estos años para la ciudad quedará para las generaciones posteriores. Por otra parte, aunque éste ha sido un mal año, también turísticamente, Cáceres ha sido la única ciudad de Extremadura que ha aumentado el número de visitantes». Curiosamente, no sólo la cultura se beneficia de este marco, «las artes, los espectáculos, la naturaleza y la gastronomía son valores en alza». En suma, «la reválida que se está haciendo en Cáceres tiene una faceta cultural turística, porque es un proyecto cultural de mucha calidad», afirma Carmen Heras. Por su lado, el concejal de Turismo y de Relaciones Institucionales de Ayuntamiento cacereño, Francisco Torres, explica que de entre todas las localidades españolas declaradas Patrimonio de la Humanidad sólo Cáceres, Santiago de Compostela e Ibiza han conseguido aumentar, este año, la oferta turística del anterior. «Son las tres únicas ciudades que han superado el listón y esto se consigue, sencillamente, con una asequible y aceptable relación calidad-precio».
El concejal de Cultura y Juventud de Mérida, Roberto Olivares, una de las tres localizaciones ‘histórico-patrimoniales’ de Extremadura según la Unesco, señala como mayor punto de interés administrativo en el tema cultural de la ciudad, hoy en día, «la profesionalización de los servicios». Conseguido esto, el aumento de plazas hoteleras, por ejemplo, o la programación de eventos culturales a lo largo del año son algunas de las referencias estratégicas que contribuyen a mantener, de una manera consistente, alto el listón emeritense. «Pero el Festival de Teatro es el evento cultural más importante de la región, y sigue siendo nuestro referente cultural primordial. Mérida vive para el Festival y el Festival vive para Mérida», asegura Roberto Olivares. Cuidar, asimismo, a los visitantes y primar el orgullo de compartir uno de los patrimonios más ricos de la comunidad son, indudablemente, aspectos fundamentales a cuidar, según el concejal de Cultura y Juventud de Mérida. «El ‘petróleo’ de la ciudad son los turistas. El 60 o 70 por ciento de los ingresos de sus ciudadanos procede, directa o indirectamente de ahí. Hemos de cuidar muchísimo al visitante». Algo parecido opina el alcalde del pueblo de Guadalupe, Modesto Rubio. El hecho de que el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe sea también Patrimonio de la Humanidad le responsabiliza, a él y a todos sus conciudadanos. «Es una responsabilidad y un privilegio -analiza Modesto Rubio-, además, aunque el turismo rural también se esta arraigando en la zona, qué duda cabe que lo más importante, para la economía local, lo realmente fundamental, es la presencia del monasterio».
Como se ha dicho al principio, las palabras ‘cultura’ y ‘turismo’ (aunque no riman, tienen el mismo número de sílabas), son un dúo que tiende a compenetrarse, en la región. Evidentemente, como toda pareja abierta, esconde sus trapos sucios y todavía debe de quedar mucho camino por recorrer. Ciudades que descuidan su patrimonio o zonas medioambientales desaprovechadas son puntas de lanza que, claro, darían lugar a otro largo y más extraño todavía, quizá, soliloquio que el apuntado al principio.